domingo, 13 de noviembre de 2011

Sarah Bernhardt (1844-1923)

No se puede decir que Sarah Bernhardt, de nacimiento Rosine, floreciera a la sombra de nadie. Más bien fue la musa y faro de muchos otros artistas que se relacionaron con ella durante su vida.

Hija de una prostituta de lujo, su infancia pasó entre un internado y un colegio de monjas donde participó en su primera obra teatral. A los 15 años, su madre le propuso que se preparara para seguir sus pasos, pero ella se negó y entró en el Conservatorio de música y declamación de París, donde pronto empezó a recibir menciones de honor. Tras finalizar sus estudios, formó parte de la Comédie-Française, pero su fuerte carácter provocó que abandonara la compañía un año más tarde. Fue en 1864 cuando conoció a uno de los amores de su vida, Charles-Joseph Lamoral, príncipe de Ligne, con quién mantuvo una apasionante relación pero que la abandonó tras quedarse embarazada de su único hijo, Maurice. Sin oficio ni beneficio, tuvo que seguir los pasos de su madre y se convirtió en cortesana lujo, actividad que no abandonó hasta afianzar su carrera como actriz.

En 1869, interpretando un papel masculino, le llegó la fama. Tras la guerra franco-prusiana, el retorno de Victor Hugo, exiliado por ser contrario al emperador Napoleón III, fue un momento clave en su carrera. Éste la eligió para el reestreno de su obra "Ruy Blas", además de participar en otras obras del mismo, como "Hernani", y así volvió a la Comédie-Française como una gran estrella esta vez.

Entre sus particularidades como actriz, se dice que rompió con los estereotipos del teatro francés para profundizar en la psicología de los personajes, y buscar la naturalidad de sus interpretaciones, huyendo de la sobreactuación: arranques de pasión intensa, exhibiciones de sentimiento y de patetismo, y su voz se hizo famosa como la voix d'or.


Llegaron sus grandes papeles, como el de "La Dama de las Camelias", de Alejandro Dumas hijo. En esta época se interesó por la escultura, la pintura y la escritura, destacando también en estos campos de la creación. Viajó a Inglaterra donde fue recibida con gran éxito y conoció a Oscar Wilde, de quién en 1893 interpretaría "Salomé". En América, en el año 1880, realizó una gira, tanto por el norte como por el sur, donde fue aclamada, y siguió por Hawai, Australia... De vuelta a Europa, resulta muy curioso que, a pesar de su éxito, actuara tanto en grandes teatros como en otros mucho más modestos.

Sarah en el papel de "Salomé" de Oscar Wilde.
En 1883, arrendó en París el teatro Porte-Saint-Martin. Allí representó tanto obras de teatro clásico como obras de vanguardia. Posteriormente, arrendó el Théâtre de la Renaissance y el Théâtre des Nations: en ambos representó obras de grandísimo éxito. Fue entonces cuando protegió y encumbró a uno de los grandes cartelistas de finales del siglo XIX, Alphonse Mucha, quien no sólo hizo carteles para ella sino que, además, diseñó joyas, vestuario y la decoración para el Théâtre de la Renaissance, de estilo Art Nouveau. A Sarah le debe su fama.

Carteles de Alphonse Mucha para diversas obras teatrales.
Entrado el siglo XX, se montó al carro del cine y rodó diversas películas mudas, interpretando papeles como el de Hamlet, Queen Elisabeth, o Dame aux Camélias, films que se pueden ver en la Cinémàtheque de París y algunos fragmentos en YouTube. Se dice que en "Jeanne Doré", de Tristan Bernard, es donde mejor se aprecia el arte interpretativo de Sarah.

Durante la I Guerra Mundial, la actriz sufrió uno de los golpes más duros de su vida. Había tenido en su infancia un accidente que le había afectado la rodilla derecha, pero a pesar que su recuperación, siempre había padecido dolores y molestias. En una de sus representaciones de Tosca, en 1914, se hirió la pierna y tanto empeoró que en 1915, se la amputaron. Las malas lenguas cuentan que uno de los médicos se la vendió al empresario circense T. P. Barnum por seis mil dólares. El despojo fue exhibido en varios espectáculos, y luego guardado en el Museo Barnum de Nueva York; hasta que en 2008 fue devuelto al mismo hospital británico donde se realizó la amputación.

A pesar de todo, la actriz siguió interpretando, pero su salud empeoró y durante el rodaje de "La Voyante", una película documental sobre su vida, que se realizaba en su casa debido a su estado, murió.

Fue una mujer temperamental, con una personalidad bastante increïble, sin parangón, considerada una de las mejores actrices de la historia. Retratada por interesantes pintores, cartelistas y fotógrafos, como Felix Nadar, quien llegó a fotografiarla desnuda. Excéntrica: mandó construir un lujoso ataúd, forrado de terciopelo violeta, que siempre iba con ella y en el que se acostaba con frecuencia (se dice que le gustaba dormir en él).

Sarah fingiendo estar muerta, 1882.
Admirada por su gran dicción y su belleza, poco común, alta y delgada, con ojos azul cobalto, con un carácter fuerte a la par que seductor y una inmensa presencia escénica, independiente y culta, dominó la escena francesa durante cincuenta años.

Para más información:
  • Sarah Bernhardt. "My Double Life: The Memoirs of Sarah Bernhardt", Ed.Echo Library, 2006.

  • Elizabeth Silverthorne. "Sarah Bernhardt", Col.Women in the Arts, Infobase Publishing, 2004.