martes, 19 de julio de 2011

Isadora Duncan (1878-1927)

"Si podría decirte lo que se siente, no valdría la pena bailarlo." (Mi vida). Aquellos que han bailado alguna vez, pueden entenderla.

A esta mujer la conocí a través de una profesora de danza que, cuando me desmadraba bailando en clase, decía "controla tu cuerpo, pareces la mismísima reencarnación de Isadora Duncan" y todas nos reíamos pensando que era alguien que bailaba muy mal, pero resulta que no.
Desde muy pequeña, impartía clases de danza a los niños de su propio barrio y jugaba sola en la playa, contemplando el vaivén de las olas, hecho que marcó profundamente su concepción del movimiento, su colocación de manos y pies en correlación con el mar. Empezó siendo autodidacta pero cuando su familia se trasladó a Chicago, impartió clases de danza clásica. En un incendio lo perdieron todo y propuso emigrar a Europa, al contrario de lo que sucedía en el viejo continente donde la gente pensaba en América como un nuevo y mejor hogar.

Ya establecida en Londres, vuelve su faceta autodidacta y su amor por la antigua Grecia la lleva a estudiar los vasos decorados con figuras danzantes, y los movimientos de las bacantes. Algunos de ellos, pasarán a formar parte de su repertorio personal. Se puede decir, que es la madre de la danza contemporánea, pues su arte se aleja totalmente de las convenciones del ballet clásico, se viste con telas vaporosas para bailar, descalza, con el pelo suelto y sin maquillaje. Se forja la artista, a pesar de todas las dificultades y los abucheos, muy influida también por las corrientes expresionistas que hierven en Europa, pero a su vez, recuperando los grandes temas de la tragedia griega: el dolor y la muerte.



Eso sí, más allá de lo que consiguió a través de la danza, gran parte de la fuerza del mito de Isadora reside en las circunstancias de su muerte, ciertamente, poéticas. Se dice que, estando con unos amigos en Niza, montó en un descapotable con Benoît Falchetto, un guapo mecánico italiano, supuestamente, amante suyo, y les dijo al resto "adieu, mes amis. Je vais à la gloire!", en referencia al encuentro amoroso que la esperaba. Ella, como acostumbraba, vestía un chal de seda que, desgraciadamente, resultó demasiado largo. La tela se enrolló en la llanta y el eje trasero del coche, y la estranguló. Un final de tragedia griega.

Fue una creadora como pocas, con un peso y una influencia posterior que seguramente, no hubiese imaginado. La danza, en general, no habría podido evolucionar tanto si no hubiera sido por mujeres como ella, rompedoras.

Y para mí queda una de mis especialidades, el Free Movement, que tantas alegrías me dio cuando cursaba mis estudios de danza, totalmente inspirado en su técnica. Y dejo, como prueba de ello, un vídeo donde se puede ver su peso.


Para más información:
  • Isadora Duncan. "Mi vida". Ed. Losada. Buenos Aires, 2007.
  • Isadora Duncan. "Bailando en la oscuridad: autobiografía". Ediciones Jc Clemente. Madrid, 2005.
  • Isadora Duncan. "El arte de la danza y otros escritos". Ed. Akal. Madrid, 2003.

lunes, 18 de julio de 2011

Teresa o la mujer sin sombra

Éste iba a ser el título original del blog, en honor a una antepasada mía, mi bisabuela, la cuál partió a las Américas huyendo de una trágica historia de amor y de una familia un tanto particular, en busca de una nueva oportunidad.
Hace un tiempo, como en mi casa saben que me gustan las cosas viejas, cayó en mis manos una foto suya que habían encontrado vaciando una casa contigua a la que fue la casa dónde nació mi padre. Pregunté quién era ella. Me contaron que era la madre de mi abuelo, que se llamaba Teresa y su vida, y que por su viaje, mi abuelo tenía el pasaporte argentino y no documentación española. Al menos, esa nunca la he visto.
Entonces, me dí cuenta de que la foto estaba cortada, no podía verse quién había más allá, y así nació el misterio y el interés por su historia... ¿por qué estaba cortada la foto? ¿quién no querían que quedase allí retratado con ellas?
Por ahora, sólo conozco una parte de la historia porque mi padre no se la sabe muy bien, pero en cuanto hable con mi tía Pura, la recopilaré y, quién sabe, puede que vaya a buscar dónde se perdió Teresa o la mujer sin sombra...

domingo, 17 de julio de 2011

Hildegard von Bingen (1098-1179)

"Sucedió en el año 1141 después de la encarnación de Jesucristo. A la edad de cuarenta y dos años y siete meses, vino del cielo abierto una luz ígnea que se derramó como una llama en todo mi cerebro, en todo mi corazón y en todo mi pecho. No ardía, sólo era caliente, del mismo modo que calienta el sol todo aquello sobre lo que pone sus rayos. Y de pronto comprendí el sentido de los libros, de los salterios, de los evangelios y de otros volúmenes católicos, tanto del antiguo como del nuevo testamento, aun sin conocer la explicación de cada una de las palabras del texto, ni la división de las sílabas, ni los casos, ni los tiempos" (Scivias). Así es como relata la propia Hildegard en su libro "Conoce los caminos" que tras 42 años de visiones intermitentes, tuvo una revelación donde recibió una orden del cielo de escribir todo cuanto viera y oyera.

Quiero empezar con esta mística porque es la mujer que más robado me tiene el corazón y el pensamiento, porque es la que más intriga y porque cuanto más leo sobre ella, más me fascina. Vivió una época en la que ser mujer no era precisamente sencillo, os pongo en situación. Nace en el seno de una familia perteneciente a la baja nobleza de Bermersheim, sus padres la entregan muy pronto a la vida religiosa y a los 8 años es confiada a Jutta de Sponheim para su educación. Tuvo un profundo aprendizaje en latín, griego, liturgia, música, oración y ciencias naturales, y además una disciplina asceta. Con ésta última, fue recluida en una celda de clausura a los 14 años. En los años siguientes, más mujeres pasan a formar parte del grupo y tras la muerte de Jutta, después de haber practicado un duro ascetismo (oración en ayuno sin ropa, cilicio de hierro), Hildegard se convierte en la maestra y deja lentamente la reclusión hasta que abandona el lugar y empieza sus viajes de predicación, gracias a la visión transcrita al principio. Y de ahí, casi, hasta la luna.
Las 23 litterae ignotae
Escribió nueve libros, algunos títulos: Scivias -de corte místico-, Liber Vitae Meritorum -sobre ética- y Operatione Dei -sobre teología-. Otro de sus libros, el Liber Simplicis Medicinae es un libro sobre medicina en el que se hace un acercamiento a la ciencia de curar desde la perspectiva olística, incluyendo conocimientos de botánica y de bilogía. También el Liber Compositae Medicinae trata sobre las enfermedades, pero desde el punto de vista teórico y explica sus causas y síntomas. Otra de sus obras destacable es Linguga ignota, primera lengua artificial de la historia, y las increíbles composiciones musicales Symphonia armonie celestium revelationum, setenta y ocho en total, y un auto sacramental musicado llamado Ordo Virtutum.

Como curiosidades, por si las que he nombrado hasta ahora os parecen pocas, puedo contaros que en sus predicaciones criticó duramente la corrupción eclesiástica y escribió cartas a personajes notables de la época para hacer sentir su opinión o que, incluso, llegó a enterrar en suelo sagrado de su convento a un noble excomulgado, hecho que provocó la prohibición de tocar las campanas, los instrumentos y los cantos de cada día. Consiguió que le levantaran la prohibición gracias a una carta que ella misma escribió explicando el significado teológico de la música. También y ligado a su idea de la música, en festividades señaladas dejaba que las monjas liberasen sus cabellos de los tocados monacales, pues no las obligaba a cortarse el pelo, y los vistiesen con flores o finas telas. Y a pesar de todos los actos que le podrían haber repercutido negativamente en su vida hasta el punto que la hubiesen llevado a la hoguera, murió con 81 años y con todo el trabajo hecho.

Un enlace a una de sus piezas musicales llamada O ingis Spiritus. Existe una versión maravillosa interpretada por Jan Garbarek & The Hilliar Ensemble que no he conseguido encontrar para linkarla.

Resulta evidente que fue una fémina terriblemente avanzada para su época y muy creativa, ya fuese debido a sus revelaciones celestiales, a su cuidada educación o a la posible locura que le derivase de su reclusión y los probables ascetismos practicados durante tantos años de su vida. Casi se puede decir que hizo lo que de dio la gana a pesar de su condición de mujer y monja, y a pesar que tuvo que esperar 42 años. Me fascina esa idea de que sea gracias a una visión de las muchas que tuvo y que la asustaron a lo largo de su vida, fuese la misma que la liberase y la hiciese ponerse en marcha.

Por último, transcribo una de mis revelaciones favoritas:
"Después de esto vi que un cierto resplandor blanco como la nieve y translúcido como el cristal rodeaba aquella imagen de mujer desde la punta de la cabeza hasta la garganta. Y desde la garganta hasta el ombligo la circundaba otro resplandor de color rojo que rojeaba como la aurora desde la garganta hasta los pechos, pero desde los pechos hasta el ombligo brillaba como púrpura mezclado con jacinto. Y allí donde rojeaba como la aurora, extendía su claridad hacia arriba hasta los secretos del cielo, en la que apareció una imagen bellísima de una joven con la cabeza descubierta y cabellos negros, vestida con una túnica roja que se desplegaba en torno a sus pies." El cuerpo místico (II, 5).
Para más información:
  • Victoria Cirlot y Blanca Garí. "La mirada interior. Escritoras místicas y visionarias en el Edad Media." Ed.Siruela. Madrid, 2008. Libro.
  • Victoria Cirlot. "Vida y visiones de Hildegard von Bingen". Ed.Siruela. Madrid, 2009. Libro
  • Margarethe von Trotta. "Vision. Aus dem Leben der Hildegard von Bingen." Alemania, 2009. Film.